lunes, 24 de noviembre de 2008

la ermita de san benito en adrados




La ermita de San Benito en Adrados, Segovia, es uno de los muchos ejemplos del románico rural de la provincia. Se encuentra situada en un pequeño promontorio a unos 600 metros del pueblo, en el camino de su mismo nombre, y rodeada de viñedos.
Fue construida en la segunda mitad del siglo XIII y en la actualidad las bóvedas de su cabecera, únicas cubiertas que resisten el paso de los siglos, no tienen las de ganar.

Traza
Su planta es rectangular de una sola nave, orientada como mandan los cánones al oriente pero con un ligero esviaje hacia el sur, lo que obliga a la cabecera a corregir sensiblemente su trayectoria hacia el norte para mantener el este como objetivo final. Al mediodía del edificio se abre la portada de ingreso, desaparecida en la actualidad junto a todos los sillares bien labrados de vértices o bien trabajados y decorados de jambas y dinteles de los pocos huecos que abren luces al interior. Las dimensiones de la nave son 50 pies de largo por 36 de ancho, mientras la cabecera cubre 26 por 16, añadiendo un ábside de planta circular muy rebajada.
Debió sufrir importantes problemas estáticos en la cabecera. Sus fábricas de unos 3 pies de espesor, amenazaban ruina por los empujes de las bóvedas y un posible mal asiento sobre el terreno. Por tal motivo, se vieron obligados los maestros canteros a añadir, una vez terminada la construcción, tres potentes contrafuertes o estribos apuntalando los costados norte y este de la misma, que contrarrestaran los empujes horizontales de las bóvedas.
El interior debió estar muy protegido, en un cuerpo compacto, con pocas perforaciones. Sólo la portada al mediodía, a los pies un pequeño ventanuco cuadrangular y dos huecos alargados y estrechos con deriva interior situados en el ábside y en el lado sur de la cabecera; perforan sus muros.



Construcción
Se levanta la ermita sobre fábricas de mampostería de 3 a 4 pies de potencia, con sillares en todos sus vértices, así como bien labrados huecos y portada de medio punto, mera suposición histórica pues ya no existen en el lugar. El abandono y posterior expolio de sus mejores fábricas así lo atestigua. Solo permanece aquello que no mereció ser robado, la mampostería irregular careada de sus muros y las sencillas ménsulas sobre los que se apoyan los fajones de la cabecera, demasiado peligroso desmontarlos sin riesgo de desplome de las bóvedas.
El costado norte de la nave todavía se corona por los canecillos de sostén del alero, desgastadas sus formas por la lluvia y el viento, en esta zona expuesta del edificio. Mientras, en el lado occidental a los pies descansa un pesado nido de cigüeña sobre el hastial, llegando a pesar estos elementos unos 600 kilogramos, y sumándose a los agentes agresivos externos.
La cabecera cubre aguas con bóveda de cañón sobre dos fajones apoyados en sus ménsulas trapezoidales lisas, empotradas en la imposta perimetral. La plementería es de lajas, revocada en origen. Se remata la cabecera con bóveda de horno o de cuarto de esfera sobre el ábside, todo el conjunto en precario equilibrio por los empujes producidos debido al peso de la misma, con importantes grietas que los estribos añadidos al exterior intentaron frenar.
Existen también importantes grietas sensiblemente verticales en todos los extremos de la nave, consecuencia de los empujes horizontales producidos por el derrumbe de la armadura de cubierta. Ésta debió ser de par y nudillo con tirantes, dada la potencia de los muros sobre los que apoyaba y las luces de nueve metros que debía salvar.
La decoración del templo apenas permanece, el tiempo y la lluvia no perdonan. Resta en el ábside una desgastada hornacina de ladrillo y nada de los revocos murales que cubrían los paramentos y bóvedas del edificio.
A escasos metros al sur, cerca de la entrada a la nave, y a unos treinta metros al norte, existen sendas escombreras, probablemente restos de los derrumbes producidos.

Conclusión
Olvidada de la mano de la Administración, quizá tan pequeña que no merece la pena, o no tiene sentido emplear recursos en un pueblo tan alejado, no se le puede dar un uso a la obra… son varias de las excusas que pueden haberse esgrimido para permitir que San Benito siga cayendo en el olvido y sirviendo de cantera. El tiempo y el ser humano acabarán con el volumen que forman estas piedras desde hace ocho siglos. Y ahí sí que no tendrá ya solución.
Pequeñas actuaciones de consolidación y conservación pueden proteger las bóvedas de la cabecera. El acceso al interior también podría cortarse para evitar accidentes con la simple interposición de unos cierres de obra. Y a partir de estos puntos, poco a poco, y con tesón y ganas, puede salvarse un pequeño ejemplar del románico rural de Segovia. Que no es poco.


1 comentario:

Unknown dijo...

san benito san benito san benito eternidad de eternidfades ni el polvo de tus piedras podran quitarte, yo te quiero, te querre siempre vale